Al crecer en la ciudad de Nueva York, la madre de la emprendedora Kristin Kagetsu siempre la impulsó a intentar cosas nuevas.
Eso significó que, cuando estaba en el primer año de bachillerato, se había postulado como co-capitana del primer equipo de robótica de su colegio para chicas. La experiencia le permitió conocer el mundo de la ingeniería y le inculcó el valor de promover a las mujeres en las disciplinas STEM por sus siglas en inglés (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Los prejuicios, las normas sociales y las expectativas contribuyen a la falta de representación de las mujeres en el ámbito STEM en todo el mundo. Sólo el 35% de los estudiantes de STEM a escala global en la educación superior son mujeres. Además, las mujeres sólo representan el 28% de la fuerza de trabajo en estos sectores.
"Siempre me ha apasionado generar conciencia y cambio positivo, ya sea sobre la sustentabilidad, las mujeres en STEM, los asiáticos en cargos de liderazgo, etc.", dijo Kagetsu a Global Citizen.
La sustentabilidad sigue siendo un pilar en el trabajo de la vida de Kagetsu. La cofundadora y directora general de la empresa social Saathi fue nombrada el martes ganadora del gran Premio Waislitz Global Citizen 2022, valorado en $100,000 dólares, por sus esfuerzos para acabar con la pobreza extrema abordando de forma sostenible la falta de acceso a productos de higiene para la menstruación en toda la India. Kagetsu, junto con sus dos compañeros ganadores del Premio Waislitz Global Citizen, recibirán apoyo en forma de conexiones (networking) para acelerar y ampliar su alcance, además de sus premios monetarios.
El premio, presentado por la Fundación Waislitz y Global Citizen, cuenta con el apoyo de la empresa líder en medicina celular con sede en Estados Unidos y Australia, Mesoblast.
Fundada junto al cofundador de Kagetsu, Tarun Bothra, Saathi, con sede en Ahmedabad, está detrás de las únicas toallas sanitarias compostables y biodegradables de la India.
El elemento ecológico de su trabajo es importante porque, si todas las personas que menstrúan en la India utilizaran compresas de plástico, se crearían 1 millón de toneladas de residuos al año. Las toallas higiénicas desechables suelen tardar entre 500 y 800 años en descomponerse, y el plástico utilizado para fabricarlas puede contribuir a los problemas de salud y medioambientales, mientras que la toalla higiénica Saathi está hecha para degradarse en seis meses.
"Tarun y yo creemos que nuestro trabajo con Saathi tiene el potencial de alterar los sistemas actuales en múltiples niveles, desde la creación de un modelo de fabricación sostenible que no sólo se ocupe de los residuos, sino también del abastecimiento ético y de las cadenas de suministro que pueden trabajar para reducir la pobreza", dijo Kagetsu.
Fue una charla TED de la inventora e ingeniera Amy Smith sobre el potencial de la ingeniería para tener un impacto positivo en el mundo lo que inspiró a Kagetsu a estudiar ingeniería mecánica en el renombrado Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Durante su estancia en la universidad, tuvo un puñado de oportunidades significativas, desde impartir clases de emprendimiento y liderazgo en China, hasta desarrollar un sistema de reciclaje de plásticos en Nicaragua. También pasó tres meses con una comunidad de Uttarakhand (India) desarrollando crayones de colores totalmente naturales que siguen vendiéndose hoy en día.
Pero tras dos años trabajando en una gran empresa tecnológica, Kagetsu se dio cuenta de que no era el entorno adecuado para ella y se sintió llamada a volver a la India. Un gran premio en un concurso de planes empresariales para la iteración inicial de Saathi le permitió trasladarse a la India en 2014, donde la empresa despegó.
Mientras tanto, el interés del cofundador Bothra por la higiene menstrual comenzó a una edad temprana. Empezó a romper los tabúes de la menstruación cuando vivía en Jodhpur, en Rajastán, a la edad de siete años. No entendía por qué su madre tenía que estar aislada del resto de la familia durante su periodo y no le parecía justo.
La menstruación está muy estigmatizada en la India, donde las tradiciones y creencias arcaicas contribuyen a impedir que las personas que menstrúan participen en eventos sociales y religiosos, entren en espacios sagrados e incluso cocinen.
Sólo el 12% de las personas que menstrúan en el país -donde cerca del 60% de la población vive en la pobreza- tienen acceso a productos de higiene para la menstrución, dejando que el resto utilice materiales inseguros como trapos y virutas de madera como alternativa. En la India rural, casi 23 millones de niñas abandonan la escuela anualmente porque carecen de instalaciones y recursos para atender sus periodos.
Con una formación en ingeniería mecánica por la Universidad de Nirma y el deseo de apoyar a las comunidades necesitadas, Bothra se unió a Kagetsu para construir Saathi y promover el trabajo de la empresa en países de todo el mundo.
Saathi pretende resolver los problemas sociales sin comprometer su rentabilidad ni el planeta. La empresa se propuso revolucionar la industria de la higiene fabricando toallas femeninas con materiales renovables y sostenibles, como las fibras de plátano y bambú, que son seguras para el cuerpo, la sociedad y el medio ambiente, a la vez que son accesibles para todas las personas que menstrúan y promueven un cambio de mentalidad. Saathi ayuda directamente a acabar con la pobreza utilizando un modelo que aborda los residuos, el abastecimiento ético y las cadenas de suministro. La marca también trabaja con socios para garantizar que sus productos se reciclen.
"Queremos crear un modelo de fabricación sostenible y responsable que esté preparado para la economía circular y para un futuro más justo y sostenible", dijo Kagetsu.
Los defensores del clima consideran que una economía circular que adopte la reutilización y el reciclaje en la medida de lo posible, en lugar de la fabricación y los productos desechables, es un paso crucial para salvar el planeta.
Cuando Saathi se lanzó por primera vez, no todo el mundo se sumó rápidamente a la estrategia de la empresa. Los tabúes de la menstruación seguían fuertemente arraigados y no había mucho apoyo a los productos menstruales ni apertura a la idea de luchar contra la contaminación por plástico, explicó Kagetsu. Respaldar su concepto con datos e investigaciones les ayudó a superar los obstáculos a los que se enfrentaron al principio.
Kagetsu y Bothra siguen decididos a abordar los problemas de nuestra sociedad con una perspectiva intersectorial. Saathi mide su impacto según el Objetivo Mundial 9 de la ONU, para la Industria, la Innovación y la Infraestructura, mediante el aumento de los ingresos para los agricultores, el empleo de las mujeres, el acceso a las toallas sanitarias y la educación, y la medición de los residuos de plástico eliminados y las emisiones de CO2 reducidas.
Saathi hosting a workshop for schoolgirls.
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta Saathi es que los cambios que la empresa desearía ver -como la revisión del modo de fabricación de todos los productos para la menstruación- llevarán tiempo. Kagetsu espera que Saathi pueda servir de modelo para la fabricación sostenible de productos higiénicos y pueda asociarse con otros que compartan su visión del futuro.
"La ciudadanía global significa que todos tenemos que asumir la responsabilidad de nuestro impacto en el mundo", dijo Kagetsu. "Eso no significa que nuestro impacto tenga que ser global, sino que incluso las acciones locales importan".
Aunque la ONU estableció los Objetivos Mundiales, que establecen un plan de trabajo para acabar con la pobreza extrema y sus causas sistémicas para todos, su ejecución depende de los ciudadanos ordinarios, añadió Kagetsu. "Todos compartimos la misma agua, aire y tierra, así que, hagamos lo que hagamos, acabará repercutiendo en los demás".