LONDRES, 18 de junio (Fundación Thomson Reuters) - Las mujeres deben ser el principal objetivo de la acción climática si el mundo busca limitar el impacto mortal de desastres como inundaciones y tormentas, dijo recientemente la ex presidenta irlandesa y comisionada de los derechos humanos de la ONU, Mary Robinson.

Robinson, también ex enviada de la ONU para el clima, dijo que las mujeres fueron afectadas más adversamente por los desastres y, sin embargo, rara vez son "prioritarias" en los esfuerzos para proteger a los más vulnerables.

"El cambio climático es un problema creado por el hombre y debe tener una solución feminista", dijo en una reunión de expertos en clima en el Instituto Marshall para Filantropía y Emprendimiento de Londres.

"El feminismo no significa excluir a los hombres, se trata de ser más incluyentes con las mujeres y, en este caso, reconocer el papel que pueden desempeñar en la lucha contra el cambio climático".

Las investigaciones han demostrado que las vulnerabilidades de las mujeres están expuestas durante el caos de los ciclones, los terremotos y las inundaciones, según el instituto de investigación británico Overseas Development Institute.

En muchos países en desarrollo, por ejemplo, las mujeres están involucradas en la producción de alimentos, pero no se les permite administrar el dinero obtenido vendiendo sus cultivos, dijo Robinson.

La falta de acceso a recursos financieros puede obstaculizar su capacidad para hacer frente al clima extremo, le dijo a la Fundación Thomson Reuters en el marco del evento.

"Las mujeres de todo el mundo son las más vulnerables a las consecuencias del cambio climático y, por lo tanto, deben ser la principal atención de la acción climática", dijo Natalie Samarasinghe, directora ejecutiva de la Asociación de las Naciones Unidas en el Reino Unido.

"Lo que nosotros, la comunidad internacional, tenemos que hacer es hablar con ellas, aprender de ellas y ayudarlas a ampliar lo que saben que funciona mejor en sus comunidades", dijo en la reunión.

Robinson se desempeñó como presidenta de Irlanda entre 1990 y 1997 antes de asumir el cargo de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y ahora dirige una fundación dedicada a la justicia climática.

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