Mirriam Banda Chisamba, una partera en Zambia, trabajaba todos los días sin tener acceso al equipo de protección personal (PPE por sus siglas en inglés), el pasado mes de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 una pandemia.
“Temía por mi vida. ¿Qué pasaría si me contagio de COVID-19? ¿Cómo viviría? ¿Qué pasaría si muriera? ¿Qué le pasaría a mi familia, a mis niños?”, afirmó la madre de tres hijos a Global Citizen.
Banda Chisamba, quien trabaja en el Centro de Salud Rural de Kafumbwe en el Distrito de Katete, contaba solo con unos guantes y un cubrebocas quirúrgico para protegerse durante las interacciones con sus pacientes, mientras que sus colegas internacionales tenían acceso al PPE, incluyendo mascarillas que filtran las partículas aéreas.
Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en ingles) ahora saben que el COVID-19 se propaga a través de gotas y partículas pequeñas “que se forman cuando una persona que tiene COVID-19 tose, estornuda, canta, habla o respira”.
Pero en aquel entonces, poco se sabía acerca del coronavirus y la manera en la cual se propagaba. Le dijeron a Banda Chisamba que diera por sentado que se trataba de COVID-19 si se topaba con alguien que presentara síntomas como fiebre y tos seca.
“Con eso trabajábamos”, dijo.
“La incertidumbre nos exasperaba”.
El Centro de Salud Rural de Kafumbwe se ubica en una calle principal cerca de la frontera con Mozambique. Banda Chisamba tenía miedo de que los conductores de camiones, que con frecuencia cruzaban la frontera, transmitieran el virus localmente; y que esto pusiera más presión en la pequeña clínica de salud equipada de manera deficiente.
El centro, que ofrece sus servicios a una población de 12,000 habitantes, no cuenta con un doctor y tiene un funcionario clínico. El personal por la regular realiza papeles adicionales y Banda Chisamba algunas veces diagnostica y provee tratamientos a mujeres embarazadas y niños por debajo de los cinco años, traspasando sus obligaciones principales como partera.
Mirriam Banda Chisamba speaks with patients at Kafumbwe Rural Health Center, Katete District, Eastern Province of Zambia.
Mirriam Banda Chisamba speaks with patients at Kafumbwe Rural Health Center, Katete District, Eastern Province of Zambia.
Sigue viendo pacientes embarazadas, tomándoles su presión sanguínea, palpándoles el abdomen y verificando los latidos del corazón del feto.
“Cuando estás en una clínica de salud, debes continuar trabajando”, afirmó a Global Citizen. “Solo rezábamos, ‘Dios, no permitas que sea una víctima. Estoy aquí para ayudar a otros, así que déjame sobrevivir’”.
A finales de abril, el centro recibió un cargamento de PPE, que incluía trajes de protección contra materiales tóxicos, cubrebocas, mascarillas, desinfectante para manos y botas de seguridad. Socios internacionales donaron el PPE a Zambia, que llegó a Lusaka, la capital del país, antes de ser enviado por el Ministerio de Salud a las provincias y finalmente a las clínicas de salud rurales que lo necesitaban, entre las que se encontraba la clínica de Banda Chisamba.
Hasta el 7 de diciembre, Zambia registró 17,916 casos de COVID-19 y 364 muertes. Hasta ahora, el centro de salud de Banda Chisamba no ha registrado ningún caso. Cuando Banda Chisamba se topa con un paciente con síntomas, notifica al laboratorio principal del distrito, quienes envían trabajadores del sector salud para colectar hisopos. La prueba del COVID-19, que inicialmente tomaba semanas, se ha acelerado en Zambia. Ahora toma menos de una semana obtener los resultados.
La prueba se realiza sin costo alguno, como los demás servicios en el Centro de Salud Rural de Kafumbwe, administrado por el gobierno. En Zambia, la asistencia médica es gratuita o bastante subsidiada. El país está poniendo a prueba un programa de seguro de salud universal para hacer más accesible la asistencia médica a aquellos con desventajas económicas mayores.
The Kafumbwe Rural Health Center is on a main road near the border with Mozambique. The center, which serves a population of 12,000, does not employ a doctor and has one clinical officer.
The Kafumbwe Rural Health Center is on a main road near the border with Mozambique. The center, which serves a population of 12,000, does not employ a doctor and has one clinical officer.
Banda Chisamba, defensora del Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria desde 2017, habla acerca del papel de los donantes internacionales para erradicar enfermedades como la malaria, la tuberculosis y el SIDA en Zambia.
Señala que como la mayoría de la gente gana ingresos bajos de la agricultura, sin donantes, los enfermos no podrían tener acceso a un tratamiento gratuito. Combatir estas enfermedades forma parte de su cotidianidad, ya que su marido es VIH positivo.
“Él vive una vida productiva, normal y saludable por las medicinas antirretrovirales que toma. No paga nada”, afirmó.
Más de 1 de 10 zambianos tiene VIH, y casi el 80% recibe tratamiento antirretroviral. El Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR por sus siglas en inglés), una iniciativa del gobierno estadounidense, financia la mayor parte de la respuesta de Zambia al VIH. El Fondo Mundial, una sociedad de gobiernos, sociedad civil y comunidades afectadas por la enfermedad, ha desembolsado más de $1.3 mil millones de dólares para luchar contra la malaria, la tuberculosis y el SIDA en Zambia.
Banda Chisamba, an advocate for the Global Fund to Fight AIDS, TB, and Malaria since 2017, is vocal about the role of international donors in ending diseases like malaria, TB, and AIDS in Zambia.
Banda Chisamba, an advocate for the Global Fund to Fight AIDS, TB, and Malaria since 2017, is vocal about the role of international donors in ending diseases like malaria, TB, and AIDS in Zambia.
“Creo que si trabajamos juntos, podemos expresar nuestras voces y luchar contra estas enfermedades”, afirmó Banda Chisamba.
La misma verdad aplica para el COVID-19.
Para enfrentar esta crisis de salud global, la comunidad internacional debe unirse, la cual es la fuerza de impulso detrás del Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator, la coalición global de socios, que incluye al Fondo Mundial, que está trabajando para acelerar los esfuerzos contra el COVID-19.
Following the A-Team es una serie que retrata a las mujeres que trabajan para luchar contra el COVID-19 vía la ACT-Accelerator.
Lanzado en abril por siete socios globales, el ACT-Accelerator es una coalición única que tiene el propósito de acelerar los esfuerzos globales contra la pandemia del COVID-19. Sus miembros trabajan juntos para desarrollar pruebas, tratamientos y vacunas tan pronto como sea posible, además de reforzar también los sistemas de salud más vulnerables del mundo.
La organización necesita apoyo financiero de manera urgente de los gobiernos en el mundo. Puedes unirte a nosotros y exhortar a los líderes mundiales para que canalicen fondos para el ACT-Accelerator, tomando acción aquí.
Esta serie de artículos ha sido posible con el financiamiento de la Bill and Melinda Gates Foundation. Cada artículo fue producido con plena independencia editorial.
Traducción de Adam Critchley.