Cuando China reportó el brote de COVID-19 en la ciudad de Wuhan a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 31 de diciembre de 2019, el gobierno tailandés inmediatamente comenzó a actuar.
Tailandia recibe 11 millones de turistas chinos al año, y el gobierno estaba preocupado de que el virus emergente cruzara la frontera.
Comenzaron de manera proactiva a medir las temperaturas de los pasajeros que llegaban a los aeropuertos de Bangkok desde Wuhan. La gente con temperatura alta dio muestras respiratorias, a éstas se les aplicó la prueba del virus.
Algunas de las muestras fueron enviadas al Red Cross Emerging Infectious Diseases Health Science Centre de Tailandia en la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok. El laboratorio forma parte de una red de centros de pruebas confirmados en el país, establecidos en caso del brote de algún síndrome respiratorio agudo (SARS), como enfermedad.
Para la jefa del laboratorio, Supaporn Wacharapluesadee, se trataba de trabajo habitual. La labor de su equipo es investigar enfermedades infecciosas potenciales y contaminaciones en el país.
Los 15 investigadores — 11 mujeres y 4 hombres — desarrollaron rápido su propia manera de detectar el COVID-19 a través de la modificación de métodos usados para detectar otros coronavirus.
For Supaporn Wacharapluesadee, it's her team’s job to investigate potential infectious diseases across the country. The 15 researchers quickly developed their own way to detect COVID-19 by modifying methods used to detect other coronaviruses.
For Supaporn Wacharapluesadee, it's her team’s job to investigate potential infectious diseases across the country. The 15 researchers quickly developed their own way to detect COVID-19 by modifying methods used to detect other coronaviruses.
“Era trabajo de rutina”, le dijo Wacharapluesadee a Global Citizen. “No teníamos miedo, nadie dijo que no quería asistir al trabajar”.
El 10 de enero, China compartió públicamente la secuencia genética del COVID-19, y el 13 de enero, la OMS emitió una declaración.
“La posibilidad de casos identificados en otros países no fue algo inesperado”, afirmó.
Dos días más tarde, el equipo de Wacharapluesadee detectó el primer caso de COVID-19 en Tailandia, que fue confirmado por el laboratorio del Departamento de Ciencia Médica. Éste fue el primer caso detectado fuera de China.
“En ese tiempo, sentimos que se trataba de una tarea del gobierno. No pensé que sería una enfermedad de una pandemia como esta”, afirmó Wacharapluesadee, quien ha estado investigando enfermedades infecciosas emergentes por más de dos décadas.
Wacharapluesadee y su equipo están familiarizados con la detección de virus. Durante el brote de Ébola en África occidental de 2014 a 2016, el laboratorio ayudó al Ministerio de Salud de Tailandia a hacer pruebas de casos de Ébola sospechosos en el país, aunque no detectaron ninguno. Pero en 2015, el equipo sí detecto el primer caso de MERS-CoV (Coronavirus del síndrome respiratorio de Medio Oriente) en el país, que más tarde fue confirmado por otros dos laboratorios.
Conforme la pandemia del COVID-19 progresaba, Wacharapluesadee y su equipo se mantenían ocupados. El país enfrentó algunos brotes locales, incluyendo uno en un estadio de boxeo y otro cuando un grupo de hombres salieron de juerga en Bangkok.
(L) People take photos with holiday decorations in Bangkok on Dec. 22, 2020. People are required a mask while out in public at all times. (R) An empty Suvarnabhumi Airport, which is usually the 17th busiest airport in the world, in August 2020.
(L) People take photos with holiday decorations in Bangkok on Dec. 22, 2020. People are required a mask while out in public at all times. (R) An empty Suvarnabhumi Airport, which is usually the 17th busiest airport in the world, in August 2020.
“Nos confinamos y tuvimos un toque de queda. Todos nos quedamos en casa”, dijo Wacharapluesadee sobre la respuesta inmediata a los brotes.
En enero, solo dos laboratorios en Tailandia podían realizar la prueba del COVID-19.
“Durante los primeros meses del año, fue muy difícil”, afirmó Wacharapluesadee. “Trabajamos durante 24 horas en la laboratorio porque teníamos un compromiso con el gobierno”.
En abril, el gobierno estableció un proyecto para aumentar la capacidad de pruebas del COVID-19 en los laboratorios en todo el país.
Desde enero, Tailandia había tenido aproximadamente 4,000 casos del virus y 60 muertes, lo que dio lugar a que Naciones Unidas la llamara “una historia exitosa al enfrentar la pandemia”. En noviembre, hubo solo un puñado de casos domésticos.
Wacharapluesadee le da el crédito al gobierno por su respuesta proactiva. También reconoce a los tailandeses por seguir las estrictas medidas preventivas, tales como el uso de cubrebocas y el lavado de manos frecuente, y cree que el clima cálido también ha contribuido a mantener los índices de infección bajos.
Los factores culturales juegan un papel también, afirmó.
“Juntamos las manos para saludar a los demás. El saludo se llama ‘wai’ en tailandés. No nos besamos o damos la mano para decir ‘hola’. También nos quitamos los zapatos antes de entrar a nuestras casas, así es [imposible] que no llevamos el virus patógeno de afuera a dentro del hogar”, afirmó.
“Hemos estado usando los cubrebocas desde enero”, añadió.
El Red Cross Emerging Infectious Diseases Health Science Centre de Tailandia es un centro que colabora con la OMS en la investigación y brinda capacitación de zoonosis viral, enfermedades que pueden ser transmitidas de los animales a los humanos.
Forma parte del Access to COVID-19 Tool (ACT) Accelerator, que fue lanzado en abril y está trabajando para acelerar los esfuerzos contra el virus. La coalición, establecida por la OMS y otros socios, está trabajando para desarrollar rápidamente pruebas, tratamientos y vacunas, además de fortalecer al mismo tiempo los sistemas de salud más vulnerables del mundo.
El éxito del centro al detectar el COVID-19 se debe en gran medida a la larga experiencia de 20 años investigando a los coronavirus en murciélagos y otros animales salvajes.
El centro genera investigaciones y publica sus hallazgos en revistas académicas, pero Wacharapluesadee afirmó que hacen mucho más que eso.
“No nos detenemos justo después de la publicación”, afirmó. “Trabajamos con el gobierno para usar nuestra información y planear mejor”.
Aunque en el caso del COVID no existe evidencia clara de transmisión de los murciélagos a los humanos, Wacharapluesadee explicó que, a menudo, los virus pueden propagarse a través de los animales salvajes a animales intermediarios — como el ganado — y finalmente, a los humanos.
El laboratorio usa el acercamiento “a la salud”, que reconoce la interconexión entre la gente, los animales, las plantas y el medio ambiente para optimizar la salud, y colaborar con los departamentos de la vida silvestre y bosques de Tailandia.
“Cuando encontramos algún virus, tratamos de ver si existe una amenaza para los humanos”, afirmó.
Wacharapluesadee in her office on Dec. 18, 2020. The Thai Red Cross Emerging Infectious Diseases Health Science Centre's success in detecting COVID-19 is in large part due to their experience researching coronaviruses in bats and other wild animals.
Wacharapluesadee in her office on Dec. 18, 2020. The Thai Red Cross Emerging Infectious Diseases Health Science Centre's success in detecting COVID-19 is in large part due to their experience researching coronaviruses in bats and other wild animals.
Wacharapluesadee también viaja a varias provincias cuando se han detectado virus para ofrecer conocimientos e información a los líderes de la comunidad, como funcionarios de salud pública locales y voluntarios de salud del pueblo.
En 2005, después de publicar un reporte sobre los murciélagos frugívoros en diversas provincias de Tailandia infectados con el virus Nipah, viajó a la provincia de Chonburi donde se encuentra la colonia más grande de murciélagos frugívoros y le dijo a los lugareños que el virus se había detectado en los murciélagos, “no había necesidad de matar a los murciélagos. Las personas y la vida salvaje pueden estar juntas”.
Afirmó que trabajar con funcionarios de salud pública locales construye un conocimiento comunitario, que es clave para garantizar que el trabajo sea sustentable.
“Cuando voy a los pueblos, no me conocen, así que recurrir a los lugareños me ayuda [integra] en la red de trabajo”, explicó.
El compartir conocimiento funciona en ambas direcciones, afirmó Wacharapluesadee.
“Me siento mejor cada vez que voy al campo, hablo con la gente para escuchar lo que piensan y [considero] si esos pensamientos pueden aplicarse para el control de una pandemia emergente”, añadió. “Incluso cuando los lugareños no tienen un doctorado, aprendo mucho”.
Esta serie de artículos ha sido posible con el financiamiento de la Bill and Melinda Gates Foundation. Cada artículo fue producido con plena independencia editorial.
Traducción: Adam Critchley.