NUEVA YORK, 28 de enero (Fundación Thomson Reuters) - Las crisis alimentarias, o las pérdidas repentinas de cultivos, ganado o peces, debido a la combinación de condiciones climáticas extremas y eventos geopolíticos como la guerra, aumentaron entre 1961 y 2013, dijeron investigadores de la Universidad de Tasmania en un informe recientemente publicado.
Los investigadores observaron un aumento constante en la frecuencia de las crisis a lo largo de cada década sin disminuciones.
El informe, publicado en Nature Sustainability, dijo que se necesitan medidas de protección para evitar futuros desastres.
Los autores estudiaron 226 crisis en 134 países durante los últimos 53 años y, a diferencia de informes anteriores, examinaron la conexión entre las crisis y la agricultura terrestre y la acuicultura basada en el mar.
"Parece que hay una tendencia creciente en la volatilidad", dijo el autor principal Richard Cottrell, candidato a doctorado en ciencias marinas cuantitativas en la Universidad de Tasmania en Australia.
"Necesitamos detenernos y pensar en esto".
Se espera que los fenómenos meteorológicos extremos empeoren con el tiempo debido al cambio climático, según indica el informe, y cuando los países que ya luchan por alimentar a sus poblaciones experimentan conflictos, aumenta el riesgo de hambre en masa.
Los investigadores descubrieron que se accede a alrededor de una cuarta parte de los recursos alimentarios a través del comercio, y muchos países no podrían alimentar a sus poblaciones sin importaciones, lo que los hace particularmente vulnerables a las crisis alimentarias de los socios comerciales.
A medida que aumenta la frecuencia de las crisis “las ventanas de tiempo entre cada una se reducen” explicó Cottrell y dijo que esto hace que sea casi imposible recuperarse y prepararse para el siguiente.
El informe dice que los países dependientes del comercio deben encontrar maneras de almacenar alimentos para prepararse para verse afectados como consecuencia de las crisis inevitables.
Deben invertir en prácticas "climáticamente inteligentes" como diversificar las variedades de plantas y animales y mejorar la calidad del suelo para acelerar la recuperación después de las inundaciones y sequías, según indica el informe.
"Necesitamos comenzar a cambiar la forma en que producimos alimentos para la resiliencia", dijo Cottrell, y agregó que aún no había visto mucha acción por parte de los países ricos en productores de alimentos.
El informe se publicó el mismo día en que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación informó sobre los hallazgos de la relación que existe entre este tipo de crisis y el hambre.
Según el informe, alrededor de 56 millones de personas en ocho zonas de conflicto necesitan asistencia alimentaria y de subsistencia inmediata.
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Por Kate Ryan
Traducción: Erica Sánchez