Como muestra la pandemia del COVID-19, las enfermedades desconocidas para la ciencia y los sistemas inmunes humanos, pueden desarrollarse y propagarse rápidamente en nuestro mundo bastante conectado.
Si bien, quizás no sea posible mitigar todos los riesgos, existen maneras que los países pueden trabajar juntos para fortalecer los sistemas de salud y reducir las posibilidades de que una pandemia como el coronavirus suceda de nuevo.
Los sistemas de salud sólidos y con suficientes fondos, apoyados por programas de inmunización y sistemas rigurosos de detención temprana que nos alerten de nuevas enfermedades, son factores que reducen el riesgo. Tener estos elementos en curso se conoce como “preparación epidémica” en la comunidad de la salud global.
A continuación presentamos algunas de las maneras en las que podemos prepararnos —y mantenernos preparados— para una pandemia futura potencial.
1. Invertir en la investigación y la preparación
En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó una lista de enfermedades que considera prioridades para una investigación más avanzada, llamado R&D Blueprint. Una de ellas aparecía en la lista solo como “Enfermedad X”, lo que significa que la OMS anticipa que una nueva enfermedad desconocida podría surgir.
Esa enfermedad misteriosa que aún no ha sido nombrada estaba en la lista con el propósito de demostrar que probablemente habrá enfermedades en el futuro que las organizaciones de investigación deben afrontar preparadas de la mejor manera posible, sin saber con exactitud lo que podría ser.
“La ‘Enfermedad X’ refleja el conocimiento de que una epidemia internacional seria podría ser provocada por un patógeno actualmente desconocido, que causa una enfermedad humana”, explicó el reporte de la OMS en ese momento. “El R&D Blueprint busca de forma explícita facilitar la pronta preparación transversal de la R&D [investigación y desarrollo], la cual es relevante también para una ‘Enfermedad X’ desconocida”.
Global Citizen cubrió el tema en ese momento, señalando que existían ejemplos anteriores de enfermedades en aquel entonces nuevas que los humanos tuvieron que enfrentar en el pasado, desde la gripe española en 1918 hasta el ébola, que apareció primero en 1976 antes de su brote más grande que ocurrió en el oeste de África entre 2014 y 2016.
Estar alerta al potencial de los brotes significa desarrollar sistemas de vigilancia para colectar información y predecir epidemias. La OMS es una organización que vigila de por sí información sobre la salud y los científicos en todo el mundo están discutiendo sobre cómo la recopilación de y el compartir datos puede llevarse a cabo de una manera más sencilla y eficaz después del COVID-19.
“Necesitamos invertir en programas de vigilancia para aprender más sobre los virus que se desarrollan en animales y pasan a los humanos”, afirmó a Global Citizen la Dr. Barbara Rath, pediatra y especialista en enfermedades infecciosas. “Los sistemas de vigilancia deben ser globales porque una enfermedad puede suceder en cualquier lado”.
Otra organización que está preparada para ayudarnos a estar mejor preparados ante una pandemia y que en este momento se encuentra trabajando en el desarrollo de una vacuna para el COVID-19, es la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI por sus siglas en inglés).
La CEPI entró en acción durante la respuesta ante el COVID-19 al firmar nueve sociedades desde enero con organizaciones y empresas de investigación y desarrollo a nivel global para encontrar una vacuna, mostrando cuánto puede lograrse a través de la colaboración. Todo el tiempo la CEPI está recopilando y desarrollando conocimientos sobre cierto número de enfermedades poco entendidas.
A woman walks through a lightly trafficked Times Square in New York, March 16, 2020.
A woman walks through a lightly trafficked Times Square in New York, March 16, 2020.
2. Financiar y continuar implementando programas de vacunación
Los programas de vacunación a gran escala son muy eficaces para minimizar los índices de una enfermedad por lo general, además de asegurar que los sistemas de salud no se saturen con pacientes que sufren enfermedades prevenibles.
En el contexto de epidemias que surgen, lo anterior es bastante útil, ya que significa que el enfoque puede seguir siendo el entendimiento y la contención de nuevas enfermedades.
El hecho de que ahora la polio ha sido erradicada 99% es un claro ejemplo del impacto que pueden tener las vacunaciones para controlar la propagación de la enfermedad.
“Las vacunas son una de las intervenciones de salud más económicas que se han desarrollado, por más vueltas que se le dé, ya sea desde un punto de vista económico o humanitario”, afirmó a Global Citizen Oliver Rosenbauer, responsable de comunicaciones para la Iniciativa de la Erradicación Mundial de la Poliomielitis (GPEI por sus siglas en inglés).
“La administración de las vacunas contra la polio a gran escala … ha reducido los incidentes de esta enfermedad de más de 350,000 en todo el mundo cuando el programa se lanzó en 1985, a solo 200 casos de polio salvaje en dos países el año pasado”, añadió.
El esfuerzo contra la polio es también un gran ejemplo de cómo reforzar una respuesta en un área puede también fortalecer los sistemas de salud en un contexto más amplio.
La gente que trabaja con la GPEI en la erradicación de la polio a nivel global jugó un papel clave para abordar el brote de ébola masivo cuando esta enfermedad golpeó al oeste de África en 2014.
Por ejemplo, funcionarios del Centro de Operaciones de Emergencia (EOC por sus siglas en inglés) nacional contra la polio de Nigeria pudieron organizar y dirigir el Ebola EOC creado como respuesta al brote. Mientras tanto, métodos de los esfuerzos para erradicar la polio también fueron reproducidos con el propósito de ayudar a contener el brote de ébola, entre ellos la investigación y vigilancia del caso, que fue realizado principalmente por personal de vigilancia de la polio, según la GPEI.
Los sistemas implementados para acceder y apoyar a las comunidades más remotas con el fin de abordar la polio también se usaron para enfrentar el ébola; por ejemplo, al trabajar con líderes comunitarios clave para llegar a las comunidades y disipar mitos en torno al ébola.
Gavi, la Vaccine Alliance, una sociedad de salud pública-privada global, también jugó un papel vital al reforzar los sistemas de salud en países de bajos ingresos y distribuir vacunas en todo el mundo. Todo esto contribuye a estar en una posición más sólida en caso de que suceda el brote de una enfermedad nueva o resurgente.
Gavi ha inmunizado 760 millones de niños en el mundo desde su lanzamiento en 2000, evitando más de 13 millones de fallecimientos, además de construir cadenas de distribución y desarrollar nuestro entendimiento sobre cómo contener brotes.
Con más fondos se podría hacer aún más. Sin embargo, la alianza planea vacunar a 1.1 mil millones de niños para finales de 2025.
Durante la pandemia del COVID-19, ha desviado fondos para ayudar a muchos de los países que apoya a enfrentar el coronavirus, con becas que solo pueden utilizarse en infraestructura para la salud.
Health workers react as people applaud from their houses in support of the medical staff that are working in COVID-19 outbreak in Barcelona, Spain, March 16, 2020.
Health workers react as people applaud from their houses in support of the medical staff that are working in COVID-19 outbreak in Barcelona, Spain, March 16, 2020.
3. Reforzar los sistemas de salud y mostrar solidaridad durante los brotes
Solo tenemos la misma fuerza que tienen los sistemas de salud más frágiles, así que garantizar que cada sistema de salud en el mundo cuente con el equipo y el personal capacitado que necesita para brindar asistencia de calidad es fundamental.
Rath también señala que es sumamente vital que los países muestren solidaridad entre ellos para el beneficio de todos.
“El egoísmo nacional no funciona”, afirmó. “Es desalentador ver a muchos países comparándose entre sí, porque con frecuencia cómo o por qué una infección se propaga más en un sitio, en lugar de que en otro, se reduce a un sinnúmero de diversos factores, algunos son simple coincidencia”.
"También existen grandes diferencias regionales dentro de los países, lo cual hace que dichas comparaciones sean inútiles”, continuó. “En Italia, han existido diferencias regionales enormes, por ejemplo”.
Asimismo, Rath afirma que la pandemia actual nos ha demostrado donde están los huecos en las cadenas de suministro, donde están las desigualdades en términos de asistencia accesible.
“Mi esperanza es que aprenderemos las lecciones necesarias de esta pandemia, así que si algo aún peor llega podemos recurrir a algunas respuestas automáticas”, afirmó.
Por eso es que organizaciones globales como la OMS e iniciativas de recaudación de fondos como el Fondo de Respuesta Solidaria COVID-19 —que está ayudando a los países a responder ante la pandemia— son tan vitales al garantizar que estaremos todos más seguros en el futuro.
“Pero lo que tanto la polio como la pandemia del COVID-19 muestran es el peligro de la propagación rápida de las enfermedades infecciosas; y la mejor cosa que los países pueden hacer para minimizar el riesgo y las consecuencias asociadas con las enfermedades infecciosas es contar con sistemas de salud sólidos, en todos los niveles”, explicó Rosenbauer.
“Para poder detectar rápidamente una amenaza, para poder responder rápidamente, para poder de manera eficaz asistir a aquellas personas afectadas por una enfermedad de la mejor forma posible dadas las herramientas disponibles”, añadió. “De verdad todo apunta a la necesidad de sistemas de salud sólidos”.