Antes de que la pandemia del COVID-19 provocara la recesión económica más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional ya enfrentaba problemas para reunir los fondos necesarios para lograr los 17 Objetivos Globales de Naciones Unidas.
En 2019, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas pronosticó una brecha financiera anual de $400 mil millones de dólares para lograr los Objetivos Globales en 2030. Esta brecha solo se ha ampliado en el último año ya que la pandemia del COVID-19 devastó las economías más avanzadas y las más vulnerables.
Actualmente, además del reto de vacunar a la población global y de impedir la propagación del virus, el problema central es: ¿Cómo puede la comunidad internacional lograr una recuperación sostenible, equitativa y eficiente de la pandemia y de sus impactos generalizados?
Los gobiernos, los multimillonarios y el sector privado deben trabajar juntos e implementar estrategias financieras nuevas para volver a recuperar el rumbo y terminar con la pandemia, acabar con la crisis del hambre, reanudar el aprendizaje, proteger el planeta y fomentar la igualdad para todos.
¿Qué es la financiación innovadora y cómo puede ayudar a la recuperación del COVID-19?
Debido a la severidad de la recesión económica que resultó del COVID-19, el enfoque “seguir con lo habitual” no ofrece los recursos necesarios a un ritmo lo suficientemente rápido para que los países eviten los impactos en teoría a largo plazo.
“El financiamiento para el desarrollo sostenible está en riesgo de colapsarse cuando se necesita más que nuca”, afirmó en noviembre Angel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). “Con el COVID-19 revirtiendo los avances en desarrollo y con muchos retos aún por delante, es urgente que rediseñemos el financiamiento global para incentivar la inversión sostenible y redoblar nuestros esfuerzos para ayudar a los países en desarrollo a salir de la crisis de una manera sostenible, inclusiva y sólida”.
Aquí es donde la financiación innovadora aplica. A través de estrategias como las iniciativas de alivio de la deuda en aumento, utilizando recursos financieros adicionales como los Derechos Especiales de Giro (DEG) y fomentando las donaciones filantrópicas, la comunidad internacional puede ayudar a que las economías más vulnerables emprendan el camino hacia la recuperación.
3 cosas que debes saber sobre el financiamiento de la recuperación global del COVID-19
- Desde el inicio del COVID-19, los países africanos subsaharianos solo han podido movilizar 3% de su PIB para la financiación de medidas de estímulo que contrarresten la crisis, mientras que los países del G20 han invertido 22% de su PIB. La financiación innovadora puede ayudar a los países en desarrollo a ampliar sus redes de seguridad y echar a andar su propia recuperación.
- El alivio de la deuda y la restructuración son medidas clave para garantizar una recuperación equitativa; sin embargo, no son suficientes. La OCDE y los gobiernos del G20 deberían usar sus presupuestos, al igual que recursos financieros adicionales como los DEG, los bonos sociales y los impuestos solidarios para sanar la economía global.
- Trabajar juntos hacia una recuperación equitativa no solo es una exigencia moral pero también económica. Ya que las economías en desarrollo y emergentes (excepto China) representan aproximadamente 40% de la producción global, proveer a estos países con opciones de fondos más flexibles y de financiación es crucial para que toda la comunidad internacional se recupere mejor unida.
¿Por qué es esencial la financiación innovadora para una recuperación global?
La ayuda extranjera ha jugado un papel clave en la recuperación de los países en desarrollo en crisis pasadas, pero la naturaleza generalizada del COVID-19 ha puesto incluso a los países de altos ingresos bajo presiones presupuestarias. Como resultado, la OCDE estima que la ayuda extranjera podría caer hasta $14 mil millones de dólares si los países donantes no incrementan el porcentaje del ingreso nacional designado a la ayuda.
En realidad, sin embargo, no hay realmente una falta de dinero. Mientras millones de personas en todo el mundo cayeron en la pobreza extrema durante la pandemia, los multimillonarios alcanzaron una riqueza acumulativa de más de $10 billones de dólares — la suma más alta de dinero jamás nunca poseída por los más ricos del mundo.
La clave, entonces, para garantizar una recuperación global es distribuir el dinero de manera más equitativa entre los que tienen y los que no tienen. La financiación innovadora ayuda a lograr esto al hacer que más fondos estén disponibles para los países en desarrollo con el fin de reactivar sus economías y obtener acceso a la vacuna del COVID-19.
¿Cómo pueden los gobiernos apoyar la financiación innovadora?
Una manera en la cual los países ricos pueden ayudar a estimular el crecimiento global es suspender los servicios de la deuda para los países que más lo necesiten. Al hacerlo de esta forma, liberarían más efectivo para que los países vulnerables lo usen en gasto social y en la recuperación a largo plazo.
Los países ricos también pueden cancelar las deudas de los países que enfrentan riesgo de falta de pago en particular alto. En noviembre, Zambia se convirtió en el primer país africano que no puede hacer frente a sus deudas desde el inicio de la pandemia, lo que generó preocupación sobre el hecho de que más países podrían seguir como resultado del impacto financiero del COVID-19.
Aparte de ampliar las iniciativas de alivio de deudas, la OCDE y los gobiernos del G20 pueden también ayudar a la recuperación contribuyendo con un porcentaje de sus presupuestos además de la ayuda extranjera regular. Por ejemplo, al destinar solo 1% de cualquier fondo de estímulo para el uso global, los países ricos pueden acumular suficiente dinero para hacer una diferencia importante con el fin de echar a andar la economía global.
Además de las asignaciones presupuestarias, fuentes de financiamiento adicionales pueden a su vez ser de gran utilidad para los países en desarrollo.
Una de esas fuentes son los Derechos Especiales de Giro, un activo de reserva que puede ser comercializado entre países a cambio de liquidez o efectivo. Una asignación nueva de DEG daría a los países de bajos ingresos más flexibilidad y poder para enfrentar necesidades inmediatas y a largo plazo que surjan del COVID-19. Los países del G20 se reunieron en Roma a finales de febrero para hablar sobre una nueva asignación de 500 mil millones de dólares en DEG, y la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, confirmó esta semana que los países dieron “luz verde” para trabajar en la nueva asignación.
“Los bonos sociales” son otra manera de liberar efectivo para uso inmediato con el fin de financiar la recuperación del COVID-19. A través de estos bonos, los bancos e inversionistas pueden proveer dinero a los gobiernos de manera inmediata, mientras que los países contarían con un periodo más largo para reembolsar los fondos.
La Unión Europea también ha considerado un impuesto para el sector financiero. Cuando se propuso por primera vez en 2011, se estimó que dicho impuesto podría movilizar hasta 57 mil millones de euros al año. La implementación de impuestos similares — a menudo llamados “impuestos solidarios” — en países ricos podría actuar no solo como una fuente financiera para la recuperación del COVID-19, sino también como una manera sostenible de financiar el progreso hacia los Objetivos Globales.
¿Quién más podría tomar medidas?
Todas estas estrategias de la financiación innovadora pueden complementarse con la ayuda de la filantropía y del sector privado.
Los 2,189 multimillonarios del mundo poseen una riqueza acumulativa de más de $10 billones de dólares, que es mayor al PIB de todos los países exceptuando Estados Unidos y China. La campaña de Global Citizen Give While You Live alentó a los multimillonarios del mundo a donar por lo menos 5% de su riqueza al año para ayudar a lograr los Objetivos Globales.
Distribuir el dinero entre organizaciones benéficas que trabajan en lugar de depositarlo en fundaciones o fondos es esencial. Actualmente, más de un billón de dólares está inactivo en fundaciones privadas y otros $140 mil millones de dólares en fondos asesorados para donantes. Crear requisitos y reformas que incentiven a la gente a donar su dinero a organizaciones benéficas ayudaría a acelerar el proceso financiero para problemas urgentes.
Además de los filántropos, el sector privado es otra fuente potencial de ayuda financiera para la recuperación global. Muchas industrias, incluyendo el turismo y la hotelería, enfrentarán dificultades para realizar negocios y mantenerse a flote mientras la pandemia continúe. Invertir en las herramientas y las soluciones para lograr una recuperación global, no es entonces un simple acto de caridad, sino también en beneficio del sector privado.
Global Citizen trabaja con la Cámara de Comercio Internacional (CCI por sus siglas en inglés) para exhortar al sector privado a que libere fondos que ayuden a abordar las necesidades inmediatas producto de la pandemia y a crear soluciones sostenibles con el propósito de lograr los Objetivos Globales.
Una recuperación global de la crisis del COVID-19 exige esfuerzos en conjunto de los gobiernos, los filántropos y el sector privado. A través del Plan de recuperación del mundo, Global Citizen insta a la comunidad internacional a trabajar unida e incrementar la financiación innovadora para los países en desarrollo para que de esta manera todas las naciones puedan recuperarse mejor juntas.
Puedes unirte a nosotros y tomar acción aquí ahora mismo para apoyar el Plan de recuperación del mundo y acabar con el COVID-19 y comenzar la recuperación global.
Traducción de Adam Critchley