Las mujeres y las jóvenes que menstrúan son muchas veces excluidas de actividades básicas en todo el mundo, como comer ciertos alimentos o socializar. La vergüenza cultural asociada a la menstruación y la escasez de recursos impiden que las mujeres vayan a la escuela y trabajen todos los días. La pobreza menstrual es la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, baños, instalaciones de lavado de manos y, o, gestión de los desechos.
Un puñado de estados de los Estados Unidos han aprobado leyes que obligan a las escuelas a proporcionar productos menstruales a las estudiantes, considerándolos esenciales, tales como papel higiénico, pero sin dudas aún hay mucho trabajo por hacer. Las prisiones federales solo liberaron productos menstruales de manera gratuita en 2018. Recientemente un grupo de activistas se movilizaron para presionar al Departamento de Educación para erradicar la pobreza menstrual en los Estados Unidos. Hicieron un llamamiento al gobierno para que trate los productos menstruales como una necesidad de salud, apoye políticas que protegen a las estudiantes que menstrúan y financie productos menstruales en los baños escolares.
"Satisfacer las necesidades de higiene de todas las adolescentes es un tema fundamental de derechos humanos, dignidad y salud pública", dijo Sanjay Wijesekera, ex Jefe de Agua, Saneamiento e Higiene de UNICEF.
La higiene menstrual inadecuada no es un problema único que enfrentan muchas mujeres en los Estados Unidos. Afecta a distintas poblaciones en el mundo desarrollado y en desarrollo, y las mujeres que viven en la pobreza son especialmente vulnerables.
¿Quiénes se ven afectadas?
La salud menstrual no es solo un problema de la mujer. A nivel mundial, 2,3 millones de personas viven sin servicios básicos de saneamiento y en los países en desarrollo, solo el 27% de las personas tienen instalaciones adecuadas para lavarse las manos en sus hogares, según datos de UNICEF. No poder usar estas instalaciones hace que sea más difícil para las mujeres y las jóvenes manejar sus períodos de manera segura y con dignidad.
Las niñas con necesidades especiales y discapacidades muchas veces no tienen acceso a las instalaciones y los recursos necesarios para una higiene menstrual adecuada. Vivir en áreas afectadas por conflictos, o desastres naturales, también dificulta que las mujeres y las niñas administren correctamente sus períodos.
Los niños pequeños también se benefician de la educación menstrual. Educar a niños y niñas sobre la menstruación a una edad temprana en el hogar y la escuela promueve hábitos saludables y rompe los estigmas en torno a este proceso natural. Alcanzar la equidad menstrual significa tener acceso a productos sanitarios, baños adecuados, instalaciones de lavado de manos, educación sobre higiene y saneamiento, y manejo de los desechos para las mujeres de todo el mundo.
¿Cuáles son las principales causas?
La menstruación está estigmatizada en todo el mundo. En Nepal, por ejemplo, las mujeres que menstrúan son consideradas impuras por su comunidad y son desterradas a chozas durante sus ciclos. Si bien las cabañas menstruales son técnicamente ilegales, muchas familias continúan arriesgándose porque los mitos y los conceptos erróneos están profundamente arraigados en la cultura nepalí. La agencia no gubernamental WoMena realizó un estudio en Uganda y descubrió que muchas niñas no asistían a la escuela durante el período para evitar las burlas de sus compañeros.
Girls' periods affect their #SDGs, especially school attendance. #Tanzania's WomenChoice Industries produce affordable menstrual products to end period poverty. They're also the winner of our #SDGsAndHer Competition w/ @WorldBank, @wharton & @UN_Women! https://t.co/2w7MvOKTStpic.twitter.com/KE6caBvSFN
— UN Development (@UNDP) August 30, 2018
Muchas niñas y mujeres tampoco pueden pagar los productos de higiene menstrual. El impuesto al tampón, conocido como el "impuesto rosado", recibe su nombre por la frecuente comercialización del color rosado hacia las mujeres. Si bien algunos países de todo el mundo han elevado el impuesto sobre los productos menstruales como artículos de lujo, otros continúan usándolo como una forma de discriminación basada en el género. La finalización de este impuesto en todo el mundo no hará que los productos menstruales sean asequibles, ya que muchas personas no pueden pagarlos en absoluto y, a menudo, su presupuesto está dividido entre la compra de alimentos o la de suministros menstruales. En Bangladesh, muchas familias no pueden pagar productos menstruales y, en su lugar, usan ropa vieja, según datos del Fondo de Emergencia Internacional de Niños de las Naciones Unidas (UNICEF). Y en India, solo el 12% de las mujeres tienen acceso a productos sanitarios, ya que el resto utiliza materiales inseguros como trapos y aserrín como alternativa, de acuerdo a lo informado por el Ministerio de Salud de la India.
¿Por qué es un problema?
La mala higiene menstrual puede causar riesgos para la salud física y se ha relacionado con infecciones del tracto urinario y problemas de salud reproductiva, según indica UNICEF. Esto también impide que las mujeres alcancen su máximo potencial cuando pierden oportunidades cruciales para su crecimiento. Las chicas jóvenes que no reciben educación tienen más probabilidades de contraer matrimonio siendo niñas y, como resultado, un embarazo precoz, problemas de malnutrición, violencia doméstica y complicaciones en el embarazo.
La vergüenza menstrual también tiene efectos mentales negativos. Desempodera a las mujeres, haciendo que se sientan avergonzadas por un proceso biológico normal.
"Todas mis hermanas y yo escondimos nuestras ropas sanitarias a secar debajo de la cama, porque teníamos vergüenza", dijo Anita Koroma a la organización del Consejo de Colaboración de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (WSSCC, por sus siglas en inglés) en Sierra Leona.
Por el contrario, las mujeres que menstrúan deben sentirse orgullosas y seguras de su capacidad para desarrollarse y brillar dentro de sus comunidades.
¿Cómo lo podemos detener?
El primer paso es normalizar la menstruación y destruir los tabúes en torno a este proceso natural. Luego se deben aplicar políticas para que los productos menstruales, el saneamiento y la higiene sean fácilmente accesibles. Activistas y defensores demandan que los gobiernos prioricen la política de equidad menstrual, pero históricamente el problema ha presentado un desafío.
"A los políticos no les gusta este tema porque no es sexy", dijo la Dra. Varina Tjon A Ten, ex parlamentaria en los Países Bajos y profesora en la Universidad de La Haya.
Organizaciones como la Fundación MINA decidieron no sentarse a esperar a que el gobierno tome medidas, sino que trabajan para proporcionar productos menstruales a las mujeres jóvenes para ayudarlas a permanecer en la escuela.
A nivel global, el WSSCC está trabajando para mejorar el saneamiento y la higiene para las poblaciones más vulnerables. La organización apunta a romper el estigma de la menstruación y cambiar la política nacional a través de la educación y el cambio de comportamiento con iniciativas como organizar talleres sobre los desechos menstruales en África occidental y central, y promover diseños de inodoros que puedan manejar el desperdicio de material menstrual en India.
How do we shed the stigma of menstruation? Ask Scotland, which tackled period poverty by providing free sanitary products to students in 2018: https://t.co/SEb9hYmOAR#equalitymilestones@UN_Women
— UN Women Australia (@UNWomenAust) January 13, 2019
"Es simple", explicó Hannah Neumeyer, jefe de derechos humanos en WASH United, "las mujeres y las niñas tienen derechos humanos y menstrúan. Un tema no debe derrotar al otro".