Probablemente las vacunas nunca habían estado tanto en los encabezados como en los últimos dos años, a medida que la carrera para desarrollar una vacuna contra el COVID-19 hizo más que evidente su importancia para garantizar la seguridad de la salud global.
Pero antes de la pandemia, las inmunizaciones eran ya una parte fundamental para garantizar no solo la seguridad de la salud, sino también para salvar millones de vidas al año. Se estima que las inmunizaciones evitan de 4 a 5 millones de fallecimientos al año, y han reducido de manera notable la tasa de mortandad infantil gracias a un incremento en la protección contra enfermedades como el sarampión, neumonía, cólera y difteria.
Sin embargo, otros 1.5 millones de muertes podrían evitarse al año si mejorara la cobertura de vacunación global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos millones de muertes, causados por enfermedades que se pueden prevenir con vacunas, se deben a la falta de acceso a la atención médica en algunas partes del mundo, al igual que al movimiento antivacunas que se deriva de la falta de información sobre las mismas.
Y cuando la pandemia apareció, estas barreras contra la cobertura de vacunación se intensificaron.
Si bien los retos usuales en torno al suministro, el acceso y la renuencia contra las vacunas seguían existiendo, empeoraron aún más debido al hecho de que el COVID-19 significó la implementación de programas de inmunización rutinarios para frenar la pandemia.
Esto impactó no solo el suministro físico real de las vacunas, sino también la percepción de las mismas. Algunos expertos en salud pública ahora temen que el sentimiento antivacunas en torno a la vacuna del COVID-19 esté causando también un incremento en la indecisión en las inmunizaciones rutinarias.
Sin embargo, gracias a organizaciones como UNICEF, la Iniciativa de la Erradicación Mundial de la Poliomielitis y Gavi, la Vaccine Alliance, las personas del sector salud de todo el mundo continúan realizando el trabajo de salvar vidas a través del suministro de vacunas.
Gracias a las vacunas, los casos de polio han disminuido más de 99% y está a punto de ser erradicada la enfermedad. Las epidemias de meningitis A están controladas y casi eliminadas en 26 países de la “franja de la meningitis” en África desde la introducción de la vacuna en 2010. La tasa de mortandad global del sarampión bajó 73% entre 2000 y 2018. El mundo está presenciando que más países están implementando la vacuna del virus del papiloma humano (VPH) para ayudar a prevenir el cáncer cervical, que causó 342,000 muertes en solo 2020.
Estas victorias no deben subestimarse, sino más bien reproducirse, al combatir todas las enfermedades que se previenen a través de una vacuna, incluyendo el COVID-19. Por ello es tan importante para el mundo continuar invirtiendo en esfuerzos de inmunización en cada oportunidad que se presente. En pocas semanas, los líderes del mundo justo contarán con ella: la oportunidad de redoblar esfuerzos contra el COVID-19 y prepararse para amenazas futuras a la salud global.
Estados Unidos, Belice, Alemania, Indonesia y Senegal serán los anfitriones de la segunda Cumbre Global del COVID-19 el 12 de mayo. Durante el periodo previo al evento virtual, los organizadores están exhortando a los líderes del mundo, los miembros de la sociedad civil, los filántropos y el sector privado para que hagan nuevos compromisos a favor de la cobertura de la vacunación y la seguridad de la salud global.
Esta Semana Mundial de la Inmunización, Global Citizen hace hincapié en la dedicación impresionante de las personas del sector salud en todo el mundo que están comprometidas con el suministro de vacunas a través de las selvas, los desiertos, en las montañas, literalmente en todo el planeta.