Recientemente, el término “nacionalismo de la vacuna” ha estado presente en las conversaciones de la gente que trabaja en la salud global y la justicia social. Pero, ¿qué significa en realidad?
Ha habido diversos artículos de opinión escritos en los últimos dos meses denunciando el nacionalismo de la vacuna, incluyendo uno del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien lo describe como una “falta moral catastrófica”.
Sin embargo, es un término que probablemente nunca hubiera llegado a los titulares antes del impacto pandémico del COVID-19. Como “permiso de ausencia laboral con goce de sueldo” y “aplanar la curva”, se han vuelto parte de nuestro vocabulario pandémico.
Para aclarar las cosas, hemos desglosado lo que significa y qué impacto podría tener en el curso de la pandemia del COVID-19.
¿Qué es el nacionalismo de la vacuna?
El término se acuñó básicamente a raíz de que docenas de gobiernos en los países ricos entraron en disputa para firmar acuerdos con las empresas farmacéuticas directamente, con el fin de asegurar vacunas para sus propias poblaciones, lo que limita las existencias disponibles para otros.
El Dr. Tedros lo describió como un “enfoque de yo-primero” al hablar ante una reunión del consejo ejecutivo de la OMS en enero.
Y si bien, el “nacionalismo” es un concepto político amplio que puede aplicarse en diferentes contextos, en general se relaciona con anteponer primero los intereses de una sola nación, a otras, por razones económicas o de seguridad, por eso es que el enfoque hacia las vacunas mencionado arriba se ha descrito de esa manera.
Todo indicaba que el acaparamiento de las vacunas podría convertirse en un problema tan pronto como hubiera señales de una vacuna exitosa contra el coronavirus, como las fabricadas por Oxford/AstraZeneca, Moderna y Pfizer/BioNTech, que aparecieron primero.
Actualmente, según los datos más recientes recopilados por el Global Health Innovation Center de la Duke University, los países de ingresos altos han asegurado 4.2 mil millones de dosis de vacunas contra el COVID-19, comparados con los 670 millones de dosis adquiridos por los países de bajos ingresos.
Reino Unido había asegurado 400 millones de dosis en total para inicios de febrero, más de seis veces el total de su población. Canadá, que tiene una población de 38 millones, tenía 362 millones de dosis para finales de enero, lo que representa más de nueve dosis por persona.
No es la primera vez que las vacunas fabricadas para combatir una pandemia hayan sido compradas rápido como ahora. También sucedió en 2009 con la pandemia del H1N1, según la revista New Scientist, cuando los países ricos compraron tantas vacunas que “prácticamente no quedó nada para el resto del mundo”.
¿A quién afecta esto?
Las personas más pobres de los países más pobres del mundo son las más afectadas por la falta de acceso a las vacunas, pero el nacionalismo de la vacuna tiene un efecto dominó en todo el mundo. De hecho, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD por sus siglas en inglés) advirtió que la economía global podría perder $9.2 billones de dólares si los países en desarrollo se quedan rezagados en la distribución de las vacunas.
Con las empresas farmacéuticas comprometiéndose a producir decenas de millones de dosis en cuestión de meses, podría parecer que siempre habrá suficientes vacunas para circular. Pero el nacionalismo de la vacuna ha dificultado la obtención de dosis para los países de bajos ingresos, provocando un retraso.
75% of all #COVID19 vaccinations worldwide have been given in just 10 countries.@DrTedros of @WHO calls for #VaccineEquity to end the pandemic at @OECD's #ResilientTogether webinar.
— OECD Development Co-operation (@OECDdev) February 8, 2021
"Together we can make it happen." pic.twitter.com/3pbZXTfX2W
Un reporte de CNN destacó el impacto de la variante sudafricana del COVID-19 en Malaui, país vecino. Habiendo evitado lo peor de los impactos del virus hasta ahora, los hospitales de Malaui se están saturando y los trabajadores del sector salud, al frente de la batalla, se están enfermando y muriendo de COVID-19.
De los ocho especialistas que trabajan en el COVID-19, en el Queen Elizabeth Central Hospital en Blantyre, la segunda ciudad más grande de Malaui, solo tres están lo suficientemente sanos para asistir a los 80 pacientes de coronavirus del pabellón, declaró el hospital, porque ellos mismos se han contagiado de la enfermedad. Asimismo, los médicos afirmaron que no estaban seguros de cuándo serían vacunados.
En cambio, los trabajadores del sector salud en cargos de alto riesgo comenzaron a ser vacunados en Estados Unidos a principios de enero.
Analizando los datos de dos continentes, desde el 9 de febrero, Norteamérica ha administrado por lo menos una dosis de vacuna a 7.68 personas de cada 100, comparado con 0.05 de cada 100 personas en África.
El COVID-19, como hemos visto ya, se propaga rápidamente entre las fronteras. Esto significa que la pandemia solo se acabará si el virus se combate en todo el mundo, haciendo hincapié en el hecho de que el acceso equitativo a la vacuna es fundamental.
¿Qué impacto tiene el nacionalismo de la vacuna en la pandemia del COVID-19?
El nacionalismo de la vacuna a la larga impacta a todos —tanto a los países de ingresos alto como a los de ingresos bajos— ya que dificulta los avances en la lucha contra la pandemia. Si algunos países no llevan a cabo suficientes vacunaciones para construir la inmunidad colectiva en sus poblaciones, la pandemia continuará aquí y con el tiempo también impactará otras partes del mundo.
“Entre más personas infecte, es más probable que ocurran mutaciones posteriores y es inevitable que una mutación de escape finalmente surja”, escribió el Dr. Amir Khan, médico del Servicio de Salud Nacional, para Al Jazeera.
“Entonces es probable que la nueva mutación se convierta en la cepa dominante y encontrará el regreso a nuestras costas, poniendo en marcha toda una nueva gama de infecciones en las personas vacunadas contraria a las viejas variantes”, continuó Khan. “El nacionalismo de la vacuna, por lo tanto, muestra muy poca visión”.
¿Qué impacto tiene el nacionalismo de la vacuna en asuntos que van más allá de la salud?
Una distribución más lenta de las vacunas en los países de bajos ingresos afectará la prosperidad y el desarrollo económicos en dichos países. La pandemia condujo a que el Banco Mundial advirtiera en octubre pasado que se espera un aumento en la pobreza extrema global por primera vez en 20 años. De hecho, se prevé que 150 millones más de personas están en riesgo de caer en la pobreza extrema —las cuales viven con menos de $1.90 dólares al día— debido a la pandemia del COVID-19.
Esto impactará a todo el mundo, explicó Harry Kretchmer, quien escribe para el Foro Económico Mundial.
“Las interrupciones continuas a la economía mundial, a través de cadenas de suministro golpeadas, y la demanda menor seguirán pesando sobre todos los países”, afirmó.
Es el mismo mensaje que envió el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD por sus siglas en inglés), Angel Gurría, quien recientemente afirmó que garantizar que los países en desarrollo no se queden rezagados en la distribución de la vacuna es “una decisión inteligente”.
“Es ético y moralmente correcto. Pero también es económicamente correcto”, afirmó.
Hizo referencia a las estimaciones de la Cámara Internacional de Comercio (ICC por sus siglas en inglés), que señala un impacto con un valor de $9.2 billones en la economía.
“Las economías avanzadas están vinculadas de manera estrecha a sus socios comerciales no vacunados, que son los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Por eso, las condiciones económicas devastadoras en estos países durante la pandemia en curso también pueden causar un rezago nada insignificante en las economías avanzadas”, afirmó el reporte de la ICC.
Las repercusiones en la economía global, que una distribución de las vacunas irregular podría exacerbar, ponen a los países de ingresos medios y bajos en una posición más vulnerable para enfrentar también impactos futuros como el cambio climático.
“La crisis del COVID-19 podría desencadenar ciclos de desigualdad de ingresos elevada, movilidad social más baja entre las personas vulnerables y una resiliencia menor ante impactos futuros”, explicó el Banco Mundial.
¿Quién está enfrentando el problema?
Organizaciones y líderes mundiales buscan garantizar equidad en las vacunas en un esfuerzo por mitigar los impactos globales del COVID-19.
La OMS, la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI por sus siglas en inglés) y Gavi, la Vaccine Alliance, han colaborado para crear COVAX, un esquema para compartir las vacunas que busca asegurar dosis a través de sus propios acuerdos con fabricantes, con el fin de distribuirlas de manera justa en países en todo el mundo.
COVAX tiene el propósito de asegurar por lo menos 2 mil millones de dosis para finales de 2021 y distribuir estas dosis entre 92 países de ingresos medios y bajos que de otra forma no podrían asegurar vacunas para sus poblaciones.
Todos los países participantes, sin importar los niveles de ingreso, tendrán acceso equitativo a estas vacunas una vez que se hayan desarrollado y financiado por donaciones de gobiernos, empresas y organizaciones filantrópicas.
¿Qué pueden hacer los Global Citizens para ayudar?
Exhortar a los líderes del mundo a actuar es clave, como lo es crear conciencia de los esfuerzos internacionales, como los de COVAX, para distribuir las vacunas de manera equitativa.
Global Citizen tiene varias acciones que puedes tomar para ayudar con este problema, desde instar a los asesores del COVID-19 en Estados Unidos a apoyar esfuerzos como los de COVAX hasta exhortar a los líderes europeos a compartir las vacunas que sus países han adquirido. Es posible cambiar el curso de la pandemia y asegurar una recuperación para todo el mundo.